¿Conoce usted a alguien que comienza una labor o un trabajo al azar? La verdad es que ninguna persona comienza algo al azar. Hay una expresión coloquial que dice así: «el que ensilla su mula sabe para dónde va».
Si el hombre natural no hace nada al azar cuanto menos Dios. Y esto es lo que con seguridad habla el apóstol Pablo; ya que el mismo sabe que el Señor lo que comienza a hacer en cada persona es garantía de que lo terminará. Y esta confianza de Pablo radica en que ya había orado al Señor por los hermanos de Filipos; como él mismo dice: Filipenses 1:3-4 «Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, 4_ siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros»
El regocijo de Pablo es igual al regocijo de nuestro Señor Jesucristo cuando recibió las noticias de que a los pequeñitos; Dios Padre también los haya escogido. Lucas 10:21 “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.”
El convencimiento de Pablo con respecto a los filipenses al decirles que estaba seguro de que el Señor terminaría en ellos su obra, se debe a la seguridad de que era escuchado en sus plegarias por Dios. 1 Juan 5:14-15 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15_ Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”
Ahora bien el asunto a tratar es este. La obra que Dios ha comenzado y su fin. Lo primero de todo es el “llamado”.
El llamado de parte del Padre es a tener comunión con su Hijo Jesucristo. 1 Corintios 1:9 «Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.» El término griego para comunión es ‘koinonia’; como ya hemos explicado en otros mensajes que generalmente ‘koinonia’, es «la asociación, la comunión, la participación, el compañerismo, el compartir algo».
Y en su carta el apóstol Juan explica cómo se realiza esa comunión. 1 Juan 1:3-4 «Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 4_ Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.»
Así que la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo es oír y creer al testimonio de aquellos que le vieron y caminaron con Él. Y no solamente esto sino a la Palabra profética que también daba testimonio de la venida del Hijo de Dios para salvación a todo el que cree.
Esto es en cuanto a la comunión. En cuanto a glorificar a Dios con tu vida depende de cuánto le crees al testimonio de su Palabra, es decir el Espíritu Santo. Juan 16:13-15 «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14_ Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15_ Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.»
Y volviendo a la primera carta de Juan en la lectura del capítulo 1 del versículo 5 al 10; nos habla de ese testimonio; anunciando a la iglesia de que ahora para tener comunión unos con otros deben hablar las mismas cosas. 1 Juan 1:5-7 «Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 6_ Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7_ pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.»
Ahora bien, la confirmación de tu vida cristiana no viene de parte de los hombres; sino de parte de Dios quien te escogió, te eligió y te llamó desde antes de la fundación del mundo.
Al aceptar el llamado de parte del Padre por medio de su Hijo Jesucristo; entonces allí comienza la Obra de la Gracia. No eres salvo solamente por decir creo en Cristo o soy santo porque le llamo Señor a Jesús ¡NO! eres salvo por gracia no tienes nada que ver en esto — Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9_ no por obras, para que nadie se gloríe.”
La primera parte de la Obra de Dios es “CONFIRMAR”. Lo leemos en 2 Corintios 1:21a “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo…” la palabra ‘confirmar’ del griego ‘bebaioo’ significa «estable, seguro, hacer firme» es decir que es Dios Padre quien te estabiliza poniéndole en un lugar o fundamento firme como la roca, a todos los que han aceptado su llamado ¡aleluya!
En este lugar, fundamento, en la roca llamado Cristo, ahora no hay necesidad de nada; sino que esperamos el regreso del Señor como así también nos enseña la Palabra en: 1 Corintios 1:4-8 “Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; 5_ porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 6_ así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7_ de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8_ el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.”
Así que la confirmación que Dios da a cada creyente es porque Él mismo los ha capacitado para estar en Cristo su Hijo; nuestro fundamento firme. 2 Corintios 3:4-6 “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5_ no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6_ el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.”
Así que como leíamos en 1 Corintios 1:4-8, con autoridad podemos decir que no tenemos necesidad de nada; porque Aquel que nos ha llamado y escogido nos lo ha dado todo. Porque de la manera como le preguntaron a Jesús ¿con qué autoridad haces esto?; así mismo habrá detractores que te pregunten y digan ¿quién te ha dado autoridad para hablar así?
La segunda parte de la Obra de Gracia es esta “la unción”: 2 Corintios 1:21b “…y el que nos ungió, es Dios” la palabra “ungir” de este versículo deriva de la ceremonia en la que se realiza una separación simbólica para una comisión especial; para distinguir entre reyes, profetas, sacerdotes etc. Ya lo hemos leído anteriormente y es el Espíritu Santo quien capacita a cada creyente con el poder de lo Alto para el Servicio del Evangelio y el establecimiento del Reino de Dios y de su Hijo Jesucristo. 1 Juan 2:20-21 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 21_ No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.”
Y el verso 27 dice: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.”
Así que cualquiera que haya recibido a Cristo y viva con la dirección del Espíritu Santo, no necesita que nadie lo unja o lo aparte para el Servicio, porque ya lo hizo Dios mismo; y es Dios quien le llamó el mismo que le puede apartar y al único que habrá que darle cuentas del servicio prestado.
La tercera parte de la Obra de Dios es que también nos ha “sellado” — 2 Corintios 1:22a “el cual también nos ha sellado…” el ser sellado se refiere a una práctica antigua donde se colocaban un trozo de cera o arcilla sobre un documento o una carta. Era una señal de autoridad, autenticidad y protección para el que la recibía Efesios 1:13 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.”
Este sello es el que el Padre coloca en sus escogidos para que donde vayan todo el reino espiritual, sepan que son de su propiedad. Con este sello el Espíritu Santo reclamará lo que es suyo en el día cuando el Señor venga. Efesios 4:30 “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
La cuarta y última Obra de Gracia son las “arras” — 2 Corintios 1:22b “…y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” Las ‘arras’, es el juramento o pago inicial que se da como prenda o adelanto que garantiza el cumplimiento de una obligación o trato adquirido Efesios 1:14 “que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”. El Espíritu Santo es la cuota inicial o garantía de que ya hemos sido bendecidos en todas las cosas incluida la vida eterna. Efesios 1:3 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”