La Conversión

2 Corintios 3:16 «Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.»

Cuantas veces no hemos oído decir o así mismo nos han hablado de la conversión. Hemos entendido que la conversión es ser lo que no éramos antes.

La RAE en su diccionario dice esto acerca de la conversión: “Hacer que alguien o algo se transforme en algo distinto de lo que era.” Así que si nos ceñimos a este significado entonces una persona puede volverse peor de lo que es o ser mejor.

En griego la palabra convertir es «volverse a, dar la vuelta, virar o girar» es dar un giro de 180 grados con respecto a la dirección en la que se iba.

La expresión entonces de volverse a Dios, o volverse al Señor tienen el mismo significado. La encontramos tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento y se trata específicamente de “arrepentimiento”

El apóstol Pablo habla de su conversión; relatando la manera de cómo no siguió por la senda que él mismo se había trazado en su creencia de que estaba haciendo lo correcto delante de Dios.

La conversión en el evangelio; no es meramente una confesión de fe en oración; sino más bien el acto mismo de la obediencia de volverse de los malos caminos. Como así mismo relata Pablo en su conversión. Hechos 26.

Lo encontramos en Deuteronomio 30:1-3 que dice: «Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, 2_ y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 3_ entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios.»

Lo encontramos así mismo en la oración de Salomón; donde la conversión va acompañada con la humildad. 2 Crónicas 7:14 «si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.»

El salmista declara que es la Palabra de Dios la única que puede convertir el alma Salmo 19:7 «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.» donde convertir el alma hace referencia a los deseos, pensamientos y sentimientos en general.

Juan habló acerca de la falta de sanidad en los corazones de los hombres y señala directamente a la falta de conversión. Juan 12:38-40 «Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37_ Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38_ para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 39_ Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40_ Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane.»

Es necesario que entiendas que sin la conversión jamás se te quitará el velo que impide que sean las realidades del Reino. Por lo tanto la conversión es un nuevo nacimiento como Jesús nuestro Señor le enseñó a Nicodemo. Juan 3:1-15.

El arrepentimiento y la conversión van tomados de la manos y son estrictamente necesarios en la vida de todo creyente para que de parte de Dios vengan días buenos; o como dijo el apóstol Pedro «tiempos de refrigerio» y pueda manifestarse en cada vida el Señor. Hechos 3:19-20

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